Inicia mayo y con él una de las celebraciones más importante del año: el Día de las Madres. Los orígenes de esta festividad son tan variados como la propia maternidad. Primero, fueron los griegos y romanos quienes dedicaron cultos a sus diosas Rea y Cibeles, respectivamente. Luego, la Iglesia católica honraría a la Virgen María cada 8 de diciembre, junto con la Inmaculada Concepción. Finalmente, un movimiento liderado desde Estados Unidos en 1873, bajo la bandera de los derechos de las mujeres, el aporte de las madres trabajadoras a la sociedad y la paz estamparía en la historia, y hasta el día de hoy, la celebración de esta fiesta.
Si profundizamos en la maternidad, encontramos que los procesos biológicos no son lo único que la definen, ya que hay relaciones sociales y fenómenos que hoy nos permiten hablar, por ejemplo, de una maternidad transnacional, es decir, aquella que se ejerce a distancia, que trasciende fronteras, el cuerpo de una mujer, y que va en aumento. En 2010 el 48% de los 40 millones de personas que se desplazaban en el mundo eran mujeres. Y si hablamos de República Dominicana la historia no es diferente: en 2015, 763,253 mujeres emigraron, mientras que 163,674 llegaron al país. El principal motivo de movilización que actualmente nos permite hablar de una feminización de la migración es entregarles mejores oportunidades a sus hijos/as.
Son sirias, haitianas, dominicanas y mexicanas, entre muchas otras, las que, sin importar el pasaporte, cargan en común la búsqueda de mejoras económicas fuera de sus raíces para otorgar un mayor bienestar a su familia, principalmente en el plano educativo. Representan, además, una fuerza económica in crescendo que, al convertirlas en las proveedoras de la familia, rompen roles de género tradicionales y transforman la organización familiar y sus relaciones, cambios que vienen gestándose desde 1960, pero que no están exentos de críticas. La estigmatización de la maternidad transnacional está marcada por el acuso de abandono y sus consecuencias negativas en niños y niñas que quedan en manos de familiares. No obstante, los estudios demuestran otra versión de esta historia.
Según diversas investigaciones, si preguntas a una madre qué es lo que más extraña de su país de origen lo primero que dirá será es que son sus hijos/as, pues partir significa una alta carga emocional para la mujer. Es la lucha para superar la pobreza lo que las conduce a desprenderse de los esquemas patriarcales e ir más allá de las fronteras. Todas ellas son madres que, en su mayoría, trabajan en sectores informales y se abren camino en un mundo que las cuestiona y no las protege. Si lo vemos en cifras, de los 2.732 millones de dólares en remesas recibidos por República Dominicana desde Estados Unidos en el año 2012, 1.189 millones fueron enviados por mujeres, es decir, un 43,5%, según una investigación del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA). Desde esta mirada, algún porcentaje de las remesas que aportan las mujeres a las economías de sus países podrían ir en beneficio de políticas públicas que permitan un mayor cuidado de ellas en la sociedad. Sin embargo, falta acortar brechas, y hoy incluso no se cuenta con todas las investigaciones necesarias que nos permitirían profundizar en el tema y llegar a nuevas conclusiones.
Entonces, en este mes de mayo, el llamado es a reflexionar en torno a la maternidad, su diversidad y complejidad. Porque no existe una única forma de ser madre, y porque debemos volver a los orígenes, festejar y visibilizar los aportes de aquellas trabajadoras a sus familias y al desarrollo de sus países.