En los últimos años se ha visibilizado el volumen de remesas recibidas en los países expulsores de migrantes, la cual ha llegado a representar una proporción importante de su PIB. Como consecuencia, diversos organismos internacionales y Gobiernos de países receptores de remesas se han planteado el hecho de que estas pudieran ser promotoras del desarrollo en las comunidades expulsoras. En este sentido, surgen interrogantes entre investigadores y hacedores de políticas públicas: ¿Desde qué perspectiva teórica se parte para esa afirmación? ¿Existe evidencia empírica que pueda sostenerla?
Hasta ahora los discursos existentes apoyan sus argumentaciones en favor de las remesas como inversión productiva, con base en su flujo histórico y la posibilidad de que estas tengan un uso diferente al consumo personal de las familias receptoras, es decir, que se conviertan en fondos de inversión que bien pueden ser administrados por el Estado o asociaciones público-privadas. Sobre esto, algunos académicos presentan observaciones que intentan fortalecer o desmentir la posibilidad de considerar las remesas como inversión productiva. Los autores consultados (Delgado Wise, 2006; Portes, 2007; Canales, 2008) coinciden en lo siguiente:
- Conceptualizan la migración como un fenómeno esencialmente laboral. En este caso, las remesas constituyen la vía para transferir parte del salario a las familias. En ese sentido, percibirlas como algo distinto carece de sustento teórico.
- Ponderan el hecho de que no existen precedentes de desarrollo en función de las remesas.
- Las remesas están sujetas a factores externos.
Si bien son ciertas las observaciones académicas respecto al tema de las remesas y el desarrollo, se reconoce también el efecto de estas en las economías de los países receptores a través del consumo familiar, efecto multiplicador en el resto de la economía nacional, así como su comportamiento anticíclico. Aunque existen diversas posturas sobre las remesas como posible motor de desarrollo, queda claro que sí tienen un efecto socioeconómico que debe ser visibilizado y valorado mediante políticas públicas que optimicen su uso de forma tal que puedan representar una ayuda para el remitente, el receptor y la comunidad de origen.
Alrededor del 10 % (caso México) de las remesas familiares se destinan a ahorros y pequeñas inversiones. Estas podrían materializarse como inversión productiva si fueran focalizadas y administradas en proyectos que aporten y dinamicen la economía de las comunidades receptoras y, a su vez, garanticen un retorno de inversión adecuado para los remitentes.
Bibliografía
- Canales, Alejandro (2008). “Remesas y desarrollo en América Latina: Una relación en busca de teoría”. Migración y Desarrollo, nro.11.
- Delgado Wise, Raúl, Rodolfo García Zamora y Humberto Márquez Covarrubias (2006). “México en la órbita de la economía global del trabajo barato: dependencia crítica de las remesas”. Revista Theomai, 14.
- Portes, Alejandro (2007). “Migración y desarrollo: una revisión conceptual de la evidencia”. Migración y desarrollo: perspectivas desde el sur (coord. Stephen Castles y Raúl Delgado Wise. Universidad Autónoma de Zacatecas, México.
Por Reyna Bartolomé
Analista Cuantitativo de Estadísticas Migratorias