Desde tiempos inmemorables la agricultura ha sido el principal mecanismo de sustento alimentario a nivel mundial, lo cual en términos laborales ha implicado la integración de distintos estratos de la población (hombres, mujeres, jóvenes y niños). Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 70 % de los niños que trabajan lo hacen en el sector agrícola y alrededor de 1,300 millones de personas están ocupadas en dicho sector, lo que supone la mitad de la fuerza de trabajo a nivel mundial. De las personas ocupadas en la agricultura aproximadamente 450 millones son asalariadas, lo que representa el 35 % del total de trabajadores agrícolas que reciben algún tipo de remuneración.
Por otro lado, la dinámica de relación entre la agricultura y la inmigración se ha evidenciado a través de la historia, desde que los seres humanos vivían como nómadas, desplazándose de un territorio a otro por escases o abundancia de recursos alimentarios, hasta hoy en día donde se tienen las divisiones territoriales, construcción de fronteras y políticas migratorias.
Los flujos más evidentes de inmigrantes en la agricultura se observan a finales del siglo XIX y en todo el siglo XX, con altos movimientos de emigrantes que salían de su lugar de origen por conflictos bélicos, o por mejores condiciones económicas. Paralelamente se daba un fenómeno de transición de la población, de las zonas rurales a las zonas urbanas, generando así un nicho de trabajo en el sector agrícola para la población inmigrante.
En el caso de Europa y América Latina se puede dar cuenta de múltiples casos de inmigrantes en los sectores agrarios. En España, por ejemplo, se podía apreciar en la década de los 70 y de los 80 asentamientos de africanos subsaharianos en las plantaciones agrícolas del sur de dicho país, fruto de la carente mano de obra nativa, la cual se estaba dedicando en aquel entonces al sector construcción y al sector servicio. En ese mismo sentido, a finales del siglo XIX en Chile, se desarrollaba al este del país una dinámica de trabajo agrícola en la frontera con Argentina, ya que más allá de la agricultura se estableció la construcción de las vías férreas para la agilización del comercio agrícola entre otras cosas.
Para entender la dinámica de la agricultura en República Dominicana es necesario tocar dos puntos, el primero es relativo a la industria azucarera y el segundo se refiere a las políticas migratorias asociadas al régimen del presidente Rafael Leónidas Trujillo. La industria azucarera en sus inicios supuso en la nación dominicana los primeros asentamientos, no solo de la mano de obra extranjera en el país sino que también configuró la dinámica de la producción agrícola, ya que se contaba con una escasa mano de obra nativa por el desplazamiento de la población de las zonas rurales hacia las zonas urbanas, además de tratarse de una población relativamente pequeña (600 mil personas) y estar ubicada más al norte de la isla, contrario a la ubicación de las industrias azucareras. Esto alentó a que los industriales importaran mano de obra extranjera que inicialmente se constituyó de esclavos liberados en las Antillas, principalmente de colonias inglesas, danesas, francesas y holandesas.
A partir del año 1920 los precios de la azúcar comienzan a descender y nueve años más tardes se combina dicho descenso con la crisis del año 1929, esto de alguna manera presionó a los industriales a importar mano de obra haitiana, lo que suponía un menor costo de adquisición en comparación a los otros.
A partir del año 1930 comienza el régimen del presidente Trujillo, el cual desde el inicio de su mandato estableció algunas políticas migratorias que respondían más bien a intereses personales y no necesariamente al interés público. Como en República Dominicana el principal producto de exportación era el azúcar, seguido del cacao y el café, Trujillo se apropió a lo largo de su régimen del 67 % del total de la producción azucarera del país. De las medidas tomadas por Trujillo que impactaron de alguna manera al sector agrícola y a la población inmigrante, fue la medida tomada en el año 1953, donde se prohibió a los habitantes de las zonas rurales mudarse a las zonas urbanas sin la debida autorización de las autoridades competentes.
De igual manera, Trujillo intentó fomentar la mano de obra agrícola implementando en 1954 un plan de inmigración que ofrecía muchas facilidades y beneficios a jóvenes campesinos provenientes de España, los cuales se debían insertar en distintas colonias del país y debían comprometerse únicamente a la agricultura, pero en el año 1958 dicho plan fracasó, ya que fueron repatriados más de la mitad de los inmigrantes españoles y otra parte decidió rescindir de sus contratos, quedando una parte de ellos en Constanza, los cuales enriquecieron las técnicas y la diversidad de cultivo de aquella zona.
En 1961 con la muerte de Trujillo empiezan a surgir cambios en términos agrícolas y migratorios. En primer lugar, se observan crecientes olas de emigrantes dominicanos hacia Estados Unidos, ya que en el régimen se tenía una política restrictiva de emisión limitada de pasaportes. Por otro lado, la mayor parte de terrenos dedicados a la siembra estaban en más de un 90 % sembradas de caña de azúcar, cacao o café, causando esto una crisis en la producción de otros cultivos básicos en la dieta nacional.
A finales del siglo XX y principios del siglo XXI la mano de obra extranjera sufrió cambios muy notables. De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional del Inmigrantes del año 2017 (ENI-2017), se evidencia que además del sector agrícola existen otros sectores con gran presencia de mano de obra extranjera, como son el sector construcción y el sector turismo (Gráfico 1).
Sin embargo, dentro del mismo sector agrícola, la dinámica de producción y desplazamiento de mano de obra extranjera tuvo sus configuraciones, uno de los cambios más notorios ha sido el desplazamiento de la mano de obra agrícola de la región este del país a las regiones norte y sur. Esto se debe a que el cultivo principal ya no es la caña de azúcar, sino el arroz, el plátano, la habichuela entre otros cultivos que son producidos mayormente en las regiones ya mencionadas.
En la actualidad el sector agrícola en República Dominicana está en un proceso de crisis en cuanto a la contratación de mano de obra extranjera, en primer lugar, el código de trabajo del país en su artículo 135 establece un sistema de cuota 80/20, es decir, que el 80 % de empleados debe ser nativo y un 20 % puede ser extranjero, cosa que no aplica a la realidad de todos los sectores económicos. En el caso particular de la mano de obra nativa en el sector agrícola, ésta es escasa. Estudios recientes del Instituto Nacional de Migración (INM RD) dan cuenta de que los jóvenes que pudieran dedicarse al sector por diversas razones no están interesados en la labor agrícola. Se suma a esto que una proporción importante de inmigrantes que entran de manera irregular al país se inserta en el sector agrícola, permaneciendo en el sector o migrando a otros sectores, principalmente aquellos que logran obtener documentación para la permanencia.
En cuanto a la distribución de los trabajadores extranjeros en la agricultura dominicana, observando el caso específico de los cultivos de arroz, plátano y habichuela estudiados en la Encuesta Sectorial Agrícola (ENAGROT-2022)[1], se tiene que de la muestra seleccionada la mayor concentración de mano de mano de obra extranjera en el arroz se encontró en la provincia Duarte (región Cibao Nordeste), los trabajadores extranjeros en el plátano se concentran mayormente en la provincia La Vega (región Cibao Sur) y para la producción de habichuelas, se concentran en casi su totalidad en la provincia San Juan (región El Valle).
Entre los resultados preliminares de la ENAGROT, se destaca que la fuerza de trabajo ocupada en los cultivos de interés es predominantemente masculina (98%) y joven, mayormente en el rango de 26 a 50 años (ver Gráfico 2).
Gráfico 2
República Dominicana: Distribución de grupos decenales según cultivo (arroz, plátano y habichuela)
En definitiva, la sostenibilidad de la agricultura supone un reto para el Estado dominicano, el cual debería considerar una revisión y adaptación del sistema de cuotas de manera sectorizada dado el peso que representa la mano de obra de obra extranjera para la producción. Se requiere una política migratoria que, basada en las necesidades de desarrollo económico local, incentive la contratación regulada de la mano de obra extranjera necesaria en los campos dominicanos, de manera que, se puede garantizar en los próximos 30 años una producción agrícola que satisfaga las necesidades locales e internacionales.
Por Anderson Santana
Analista Cuantitativo de Estadísticas Migratorias
Departamento de Investigación y Estudios Migratorios
La ENAGROT es una encuesta realizada en el año 2022 por el Instituto Nacional de Migración en el sector agrícola, específicamente en los cultivos de arroz, habichuela y plátano de las provincias Mao, La Vega, Espaillat, Duarte, Barahona y San Juan, por ser rubros y lugares con una gran concentración de mano de obra extranjera, además de ser productos de alto consumo local que forman parte de la canasta básica dominicana.