La migración intrainsular es un fenómeno humano con implicaciones socioeconómicas y políticas importantes para los Estados de la República Dominicana y la República de Haití. Es un proceso constitutivo de nuestras comunidades, marcado por el grado de desigualdad en términos de desarrollo de las dos sociedades que conforman la isla Española. Las personas nacidas en la parte haitiana, al igual que aquellas de otras nacionalidades que emigran al lado este de la isla, confrontan una serie de desafíos sociales, legales y culturales.
La movilidad significa una desestabilización para muchas personas que migran y, en ocasiones, una crisis de confrontación con un medio hostil. A esto se suma las limitaciones de recursos debido a la pérdida del capital social y el riesgo que implica vivir la migración irregular. La vulnerabilidad está conectada con esta última y es prácticamente consustancial a ella. Cuando los protagonistas de los flujos migratorios son niños, niñas o adolescentes (NNA), se ven en una situación extremadamente vulnerable, con aumento de los riesgos y altas probabilidades de que se violen sus derechos.
Desde hace una década, la República Dominicana ha evidenciado de forma creciente, con posterioridad al terremoto de Haití, un constante flujo de niños, niñas y adolescentes que cruzan la frontera entre los dos Estados en situación de riesgo por la agencia de grupos delictivos que los someten a la condición de trata de personas y explotación en diversas modalidades, como servicio doméstico, explotación sexual, mendicidad, trabajos forzados, entre otros. También se ha constatado, a través de estudios y levantamiento de datos por agentes gubernamentales y de la sociedad civil de ambos lados de la frontera, la movilidad transfronteriza de niños, niñas y adolescentes no acompañados[1] que se trasladan por su cuenta, muchas veces en pareja. Estas situaciones de vulnerabilidad y riesgo que confrontan los NNA de origen haitiano en migración transfronteriza suponen un escenario de desafío para las autoridades dominicanas.
Ante esta situación el Instituto Nacional de Migración (INM RD), a través de la Escuela Nacional de Migración (ENM), con el auspicio y la estrecha colaboración del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), inició un proceso de fortalecimiento de capacidades de los actores institucionales del Gobierno y la sociedad civil con el fin de atender esta cuestión desde un enfoque de derechos. En el último trimestre de 2020, la ENM efectuó dos cursos sobre niños, niñas y adolescentes en la movilidad y capacitó cerca de un centenar de participantes, de los cuales 71 concluyeron el proceso exitosamente y con altas calificaciones. En este contexto, la ENM y UNICEF están realizando dos talleres en frontera para dar soporte sobre el tema a la Dirección General de Migración y los cuerpos auxiliares de seguridad. Asimismo, la ENM prepara un tercer curso sobre NNA en la movilidad en la modalidad virtual, el cual podrá ser replicado de forma sistemática para lograr un mayor alcance de sensibilización y herramientas que contribuyan a su protección.
Gina Gallardo
Encargada de la Escuela Nacional de Migración
[1] NNA no acompañado es una persona menor de 18 años que se encuentra separada de ambos padres y no está bajo el cuidado de ningún adulto que por ley o costumbre esté a su cargo (ACNUR.ORG)