La ayuda humanitaria y su incidencia frente al COVID-19

13 agosto, 2020

 

Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la ayuda humanitaria es aquella que se brinda a la población víctima de un desplazamiento con el fin de garantizarle el acceso a los servicios básicos como alimentación, atención médica, agua o refugio. Cabe destacar que la ayuda humanitaria no se limita a víctimas desplazadas a causa de las guerras, desastres naturales, emergencias sanitarias, entre otras, también incluye a personas autóctonas de una determinada población que presentan dificultades o no pueden acceder a los servicios básicos. En algunas ocasiones se tiende a confundir el concepto de ayuda humanitaria con el de asistencia social que brindan los gobiernos locales o agencias internacionales. La diferencia entre uno y otro es que la ayuda humanitaria está orientada a garantizar la vida, la salud y el respeto de los seres humanos y la asistencia social es más bien un recurso complementario que responde a la necesidad de una población determinada. En algunos casos, la asistencia social llega a integrarse perfectamente con la ayuda humanitaria en dependencia del tipo que se requiera.

La ayuda humanitaria se puede clasificar en tres grandes grupos: la de emergencia, que es aquella relacionada con catástrofes naturales o crisis producidas por los seres humanos; la de reconstrucción y rehabilitación, considerada como una actuación a largo plazo orientada a que el país receptor supere la crisis humanitaria, y la de prevención de desastres, que tiene la finalidad de mitigar los riesgos de una crisis humanitaria y cómo prepararse para ella.[1]

La ayuda humanitaria debe funcionar bajo cuatro principios: el principio de humanidad, que vela por la garantía de las vidas de las víctimas y su integridad humana; el principio de imparcialidad, que opera independientemente de la raza, género, creencia, clase social, preferencia política o cualquier agente discriminatorio; el principio de independencia, el cual responde a las necesidades de las víctimas, dejando a un lado los intereses políticos, militares o de otra índole, y el principio de neutralidad, que obedece a la no participación en las hostilidades y/o controversias de orden racial, religioso, político o ideológico.[2]

La crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19 ha generado un sinnúmero de víctimas que requieren ayuda humanitaria. En el caso particular de la República Dominicana, el Instituto Nacional de Migración (INM RD), a través de su Departamento de Investigación y Estudios Migratorios (DIEM), ha elaborado un documento para monitorear las acciones de los organismos locales e internacionales en apoyo de los migrantes víctimas de la pandemia. Se pudo constatar que las acciones más destacadas son de tipo preventivo y de atención a emergencia, entre ellas, donaciones de kit de mascarillas y desinfectantes y transferencias monetarias a las poblaciones más vulnerables, principalmente a nacionales venezolanos y haitianos. También se destacan las múltiples capacitaciones desde la Escuela Nacional de Migración (ENM) orientadas a la prevención de la enfermedad y enfocadas en su mayor parte al personal médico de centros públicos y privados, así como a personas de la sociedad civil.

[1] Global Humanitarian Assistance. Report 2014.

[2] Ídem.

Por Anderson Santana

Analista Cuantitativo de Estadísticas Migratorias