China es un país que ejerce una gran influencia por el atractivo mágico de su cultura, la laboriosidad y disciplina de su gente y su importancia en la economía global. Esta influencia es más patente en los pueblos vecinos, los cuales, por razones geográficas e históricas, mantienen intercambios constantes con esta milenaria civilización en múltiples dimensiones.
Los migrantes, la literatura, la religión, el cine y la industria manufacturera de este país también han sido portadores y difusores de las tradiciones y expresiones espirituales de la nación china más allá de la periferia de la referida potencia regional. Como resultado de estos factores, la cocina, las artes marciales, la filosofía oriental y el simbolismo del Dragón, por ejemplo, se han convertido en referencias universalmente reconocidas de la cultura china. Una de sus manifestaciones más importantes es la celebración del Año Nuevo de naturaleza lunisolar, porque su cálculo implica los ciclos de translación de la Tierra alrededor del sol, así como las fases de la Luna.
El inicio de las celebraciones del Año Nuevo Chino siempre tiene lugar entre el 21 de enero y el 20 de febrero. Es decir, la celebración varía año por año, según el calendario lunar. El día exacto de año nuevo se corresponde con el primer día de Luna Nueva entre el solsticio de invierno (21-23 de diciembre) y el equinoccio de primavera (20 y 21 de marzo). Esta festividad también es conocida como “Celebración de Primavera” porque estando en medio del invierno, anuncia el declive de las inclemencias de este.
Al tiempo que se conjugan en este Año Nuevo las manifestaciones folclóricas más emblemáticas de China, se festeja igualmente en otros pueblos del sudeste asiático, tales como Vietnam, Filipinas, Indonesia, Malasia, Corea del Norte y Corea del Sur, Macao, Hong Kong, Singapur, Taiwán, etc. Esta celebración está adquiriendo cada vez más visibilidad en occidente gracias a la masificación de las TIC y las redes sociales.
Se trata de un tiempo de reunión familiar, análogo a la celebración de la navidad en los países occidentales, pero se diferencian en que la celebración china tiene su origen en los imaginarios de una sociedad agrícola, mientras que aquella es de inspiración profundamente religiosa, en última instancia asociada al culto al Sol en la Roma precristiana.
Limpiar y decorar la casa con motivos tradicionales y el uso profuso del color rojo, son parte de los preparativos para la celebración del Año Nuevo Chino. Asimismo, se recuerda a los antepasados, a los cuales se rinden ofrendas y elevan plegarias. Todo esto es parte de un ritual asociado con el deseo de atraer buena suerte para el año entrante. No barrer la casa con posterioridad al día de año nuevo está asociado a la creencia de que así no se expulsa la buena suerte que se consiguió en medio de la celebración.
Los fuegos artificiales son esenciales en la celebración. China ha hecho de este evento el espectáculo de luces más impresionante del mundo por la cantidad, variedad y vistosidad de la pirotecnia que se pone en escena. En este esplendor subyace la creencia de que los flashes y las explosiones espantan a los espíritus malignos.
Otra de las acciones más importantes que tiene lugar en el marco de esta fiesta es la entrega a los niños de dinero en un sobre rojo (Hongbao) en lugar de juguetes. Los sobres deben tener mensajes de prosperidad en letras doradas o llevar grabados símbolos tradicionales alusivos a la buena fortuna.
Si bien es cierto que muchas de estas tradiciones no tienen una manifestación muy fuerte en Santo Domingo, debido a que la colonia china en el país es muy pequeña en términos relativos (menos de 2,600 personas según la Encuesta Nacional de Inmigrantes de 2017), es importante que la sociedad dominicana se familiarice más con la cultura china.
El inusitado auge económico ha situado a este país oriental como la mayor economía del mundo (en términos de paridad adquisitiva). El hecho de que República Dominicana haya formalizado relaciones bilaterales con la República Popular China brinda un universo de oportunidades para los dos países y sienta las bases para un proceso de expansión progresiva de las relaciones económicas e intensificación de los intercambios culturales y para la ampliación en República Dominicana de la presencia de nacionales chinos que desean establecerse en el país como inversionistas, empresarios, académicos, etc.
Por Francisco Henry Leonardo
Analista de Investigación
Departamento de Investigación y Estudios Migratorios
Instituto Nacional de Migración (INM RD)