El Día Internacional de la Juventud, instituido por la Asamblea General de Naciones Unidas en el año 1995, es una ocasión propicia para seguir impulsando los espacios de reflexión y acción que tomen en cuenta el conjunto de expectativas de los jóvenes como agentes de transformación social en un contexto de cambios acelerados, experimentados en distintos niveles por el concierto de naciones, territorios y Estados.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés) indica que el 24% de la población mundial tiene edades que van de los 10 a los 24 años. Ese mismo rango de edad varía según las condiciones socioeconómicas, educativas y el patrón reproductivo en cada región y grupo de países. Por ejemplo, ese mismo grupo de edad asciende a un 24% de la población en los países menos desarrollados y se ubica en un 17% en los países de ingresos altos.
Esas diferencias en términos demográficos implican grandes retos en el futuro inmediato por la tasa de dependencia por edad de la población infantil y envejeciente, y el mercado laboral y la seguridad social, atendiendo al grado de desarrollo experimentado por los países.
Además de las diferencias en términos demográficos de los países, otros factores están influyendo preponderantemente en los flujos migratorios de la población joven, tales como las condiciones económicas, sociales y políticas. También, las innovaciones tecnológicas en las áreas de la información, las comunicaciones y los medios de transporte colectivo están reforzando la expansión acelerada de los mercados a través del intercambio de mercancías y los flujos de personas.
Es notorio que el desarrollo científico y técnico se está produciendo de manera desigual entre los territorios a escala planetaria agravando de forma considerable el reparto inequitativo de las riquezas materiales y culturales a lo interno de los Estados. Además, las políticas públicas orientadas al sector juventud no parecen estar teniendo impactos significativos para incidir en la emigración en situación de riesgo de millones de jóvenes que asumen el proyecto migratorio como única alternativa a su estrategia de realización personal y familiar.
En ese orden, cabe destacar que la encuesta regional “Barómetro de las Américas” del 2017 reveló que más del 60% de las/los jóvenes dominicanas/os en edades comprendidas entre los 18 y 25 años, tienen intenciones de ir a trabajar o vivir a otros países. Ese dato es un llamado a la atención que requiere una lectura para la definición de políticas que garanticen mayores oportunidades para la inclusión social de los jóvenes y unas condiciones seguras al momento de emprender voluntariamente una experiencia migratoria transnacional.
En adición, los jóvenes son ineludiblemente la garantía para impulsar, mediante nuevos paradigmas y enfoques, el desarrollo integral propuesto en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, sus 17 objetivos y 169 metas. El logro exitoso del cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible conlleva reconocer en la práctica y conceptualmente que la juventud como categoría no es homogénea ni monolítica debido a las desigualdades territoriales, sociales, económicas, de género, étnica, entre otros aspectos que imponen necesidades, aspiraciones e intereses diversos y contrapuestos.
En conclusión, la participación de las y los jóvenes en todos los órdenes demanda superar la visión de tutelaje para dar paso a un diálogo intergeneracional que haga posible la construcción colectiva de respuestas humanísticas para afrontar los desafíos que impone la mundialización y mercantilización de todas las manifestaciones de la vida en sociedad para transitar a otro mundo posible donde predominen los valores de igualdad y solidaridad y respeto entre los seres humanos.
Juventud, ¿sabes que la tuya no es la primera generación
que anhela una vida plena de belleza y libertad?
Albert Einstein
Por: Manuel Heredia
Coordinador Curricular y Docente de la Escuela Nacional de Migración