Actualmente, las principales causas de las migraciones están vinculadas a la búsqueda de empleo y los movimientos forzosos. En todo caso, las razones se sustentan en la esperanza de un futuro mejor. En el ideal de las personas migrantes, esta mejoría no está pensada solo para ellos, sino que también para sus descendientes. Los esfuerzos por lograr la reagrupación familiar y la integración de sus hijos e hijas en las sociedades de destino son evidencia de esto.
El aporte que realizan los descendientes de migrantes a la transformación de las sociedades representa un punto de estudio que ha despertado el interés de los sectores económico y social. Los hijos e hijas de los inmigrados en todo el mundo suelen navegar entre dos culturas: la del país de origen de sus padres y la de su país de nacimiento. A menudo se ven atravesados por situaciones históricas, políticas y lingüísticas relacionadas con los diferentes tipos de actores que intervienen en su proceso de formación e integración.[1]
En los últimos años el tema de la movilidad humana ha pasado a ser parte de las agendas nacionales de los países, y con ella el de los descendientes de inmigrados. Los debates se centran alrededor de su costo para las economías de los países receptores, su integración, proceso de aculturación y la forma en que estos inciden en la transformación de las sociedades de acogida.
Los países que experimentan cierta periodicidad en flujos de inmigrantes ya cuentan con un conjunto de migrantes de primera generación. Se trata de una población de jóvenes nacidos en el país que sus padres han escogido como su destino migratorio. Estos jóvenes nacen en una cultura distinta a la de sus padres, con las consecuencias que esto podría significar para su integración social. A nivel académico, para explicar la integración de los descendientes de inmigrantes en las sociedades de acogida se plantean dos enfoques: el culturalista y el estructuralista.
El culturalista presenta teorías pesimistas donde se afirma que dicha integración no está sucediendo; pero también existen optimistas que consideran que la integración de estos hijos de migrantes sí está ocurriendo, y que además está transformando la sociedad receptora. Por su parte, el enfoque estructuralista sitúa los descendientes de inmigrados según su posición en la estructura y la conformación de las clases sociales. La visión optimista de este enfoque coloca los descendientes de inmigrantes en una posición de ventaja frente a los autóctonos. Esta viene dada por tener acceso y apertura a un espacio social y cultural más amplio. Mientras que la visión pesimista los presenta como la clase obrera estancada.[2]
Un ejemplo de la forma en que los flujos de inmigrados transforman la realidad demográfica se puede observar en el aumento de las tasas de natalidad y fecundidad que se observan en Europa durante los últimos años. Tras un período de constante descenso, este indicador ha empezado a presentar números en crecimiento, producto del aumento de los nacimientos entre las personas inmigrantes.
En el caso de República Dominicana, donde se han realizado dos encuestas demográficas sobre las comunidades inmigrantes, se sabe que en 2017 el 2.7% de la población extranjera es descendiente de inmigrantes y, entre estos, más del 90% corresponde a descendiente de inmigrados haitianos. Se trata de descendientes de primera generación cuyas mayorías corresponden a una población joven.[3]
Según datos de esta misma encuesta, los descendientes de inmigrantes que nacen en el país presentan mayor probabilidad de insertarse en el mercado laborar en ocupaciones de mayor nivel de escolaridad, mientras que los inmigrantes no nacidos en República Dominicana con mayor frecuencia se insertan en ocupaciones elementales que requieren de escasa cualificación.
La condición de irregularidad entraña la característica principal de vulnerabilidad entre las personas migrantes.[4] En ese sentido, la gestión de la política nacional en torno a las migraciones ha dirigido una serie de mecanismos destinados a mejorar el acceso a los servicios sociales. Los descendientes de inmigrantes, sin importar su ascendencia o situación migratoria tienen acceso a los servicios de educación básica. Se ha ordenado inscribir en el sistema de educación público todos los niños, niñas y adolescentes independientemente de que se encuentren o no en el Registro Civil.[5]
El aspecto más relevante del modelo de integración de las comunidades inmigrantes consiste en el acceso a los sistemas de educación y salud de forma abierta y sin restricciones por falta de documentación, como forma de dar apertura a la aculturación y promover la igualdad de derechos independientemente del país de procedencia.
Por Esmeralda Peguero
Analista de Investigación
Departamento de Investigación y Estudios Migratorios (DIEM)
Instituto Nacional de Migración (INM RD)
[1] Appadurai, Arjun (2001). La modernidad desbordada. Dimensiones cultura-les de la globalización.
[2] Crecer en España. La integración de los hijos de inmigrantes.
[3] Encuesta Nacional de Inmigrantes 2017 (ENI 2017).
[4] Evaluación de las posibilidades de inclusión en la protección social de la diáspora dominicana en las sociedades de destino y en la República Dominicana.
[5] Circular núm. 18 del 27 de julio del 2011. Gobierno de la República Dominicana. 2016. Comité de Derechos, Económicos y Sociales. Informe Periódico núm. 4 al Comité. Geneva. E/C.12/DOM/Q/4.